sábado, 19 de diciembre de 2009

Mis viajes


Vi esas hermosas montañas, y las escalé, disfruté de cada paso cuesta arriba, de cada tramo suave y fragante, de cada gota de rocío y vi esos hermosos faros en la cumbre y al llegar allá los encendí y como si de una reacción en cadena se tratara, las llanuras y el templo más al sur, fulguraron y pulsaron, reclamando mi observación y presencia.

Cabalgué por las hermosas llanuras que ahora ya por mi exploradas no ofrecen misterio, de las cuales sin embargo no dejo de regocijarme al mirarlas ni de ansiar recorrerlas nuevamente.

Y al llegar al sagrado templo me detuve, miré atrás y me maravillé ante las portentosas columnas que lo sostienen, y anduve y anduve, una y hasta dos veces aunque quisiera haber andado más. En otra ocasión volveré a visitar, mientras tanto, exhausto contemplé esos dos luceros que brillan solo para mí.

Y mientras este mundo me envuelve y me cobija, vuelvo a pensar en ti, y en tus montañas, tus llanuras, tus columnas y tu templo.