sábado, 13 de diciembre de 2008

Un mar de lágrimas



En un mar de lágrimas se encuentra la niña que con su esplendor mi vida iluminara, llama apagada por el viento de mi torpeza, aflicción que cargo en mi alma cual jornalero su pila en la espalda. ¡Oh Marte!, dios de la guerra, mis armas levantaría contra quien el daño que yo le hice le inflingiera, ¿qué debo hacer si he sido yo quien se lo provoqué?, ¿con qué látigo puedo castigarme?, ¿será su látigo más doloroso que el mío?, ¿será su desprecio peor que el que siento por mí mismo?.

Vamos pues, y que sea el tiempo el que nos diga el castigo, el que nos diga con exactitud el dolor causado, el que cure las heridas, el que le brinde la felicidad que yo quité de sus sosegadas manos, manos con las que, cual crío inocente me mecía y que he lacerado con mi cerrazón.

Sea entonces la herida en mi alma peor que la suya, que con mi sufrimiento pague el de ella y que la felicidad la alcance y la irradie tal como ella me lo hizo conmigo, astro encendido de mis delirios, luna brillante de las noches que me acompañó....